martes, 24 de marzo de 2020

Rincones mágicos: La piedra escrita de Cenicientos

Hola amigas y amigos de el águila, desde la Red de Centros de Educación Ambiental de la Comunidad de Madrid y dentro del movimiento #LosCEAsEnTuCasa os seguimos ofreciendo actividades para que podáis disfrutar del medioambiente desde casa.

Hoy os proponemos una lecto-visita a uno de los lugares más especiales que podemos encontrar en la Sierra Oeste, la Piedra Escrita. Situada en medio del bosque mediterráneo, entre fincas de vides y olivos del término municipal de Cenicientos, nos encontramos con este monumento de época romana dedicado a Diana, la divinidad romana del bosque y de la caza.


El pueblo actual tiene su origen en época medieval. Se dice que el nombre de Cenicientos data de la época de la Reconquista cuando el rey castellano Alfonso VIII solicitó desde la corte de Toledo guerreros y armas para la lucha contra los musulmanes al alcalde de San Esteban de la Encina, y al preguntar al alcalde del pueblo si podía aportar cien lanzas, éste le respondió: "Con cien y cientos puede contar su Majestad". 

Aunque parece más probable que el término derive del tono ceniza de los roquedales de granito de “la Peña Cenicientos”(1254 m.), que domina el paisaje cercano.

Desde su conquista castellana perteneció a Toledo y al igual que otros municipios de la comarca pasó a manos de don Álvaro de Luna. Durante el siglo XVII la localidad conoció su esplendor mientras estuvo vinculada a tierras toledanas, momento en el que Cenicientos obtuvo el título de Villa siendo rey Felipe IV y se integró en la provincia de Madrid en 1833.

Piedra Escrita se encuentra a unos tres kilómetros y medio al SE de Cenicientos, el camino que nos lleva al monumento tiene su mismo nombre y sale del pueblo por su lado sur serpenteando por un bello ecosistema de encinar





El puente Tornoba nos permite cruzar el arroyo Cantarranas o arroyo de Piedra Escrita. Está construido en granito, con una estructura adintelada de tres ojos separada por dos pilares de mampostería irregular trabados a hueso. Pavimentado por nueve losas rectangulares, colocadas transversalmente al arroyo. Mide 6 metros de largo y 2,5 metros de ancho. Entorno al arroyo encontramos vegetación de ribera, como fresnos, zarzamoras, e incluso juncos. Estas especies tienen más exigencia hídrica que las especies que aparecen en el encinar, necesitando más agua y humedad.  








En el pasado el arroyo Cantarranas fue un recurso muy importante para el municipio. En torno a su cauce se ubicaron varios molinos harineros que contribuyeron al enriquecimiento del pueblo. El Molino Meléndez es un ejemplo de ellos. A día de hoy todavía mantiene en pie parte de su estructura y aunque está en un finca privada lo podemos ver desde el camino.



















El monumento de Piedra Escrita es una gran roca de granito de aproximadamente cinco metros de altura por cuatro de ancho. Tiene relieves en dos de sus caras, aunque el paso del tiempo y la acción antrópica los ha deteriorado bastante. 



El principal relieve es de época romana (entre el s. II y el s. IV d.C.). El noble romano Sisquinio mandó construir un altar a la diosa Diana, deidad romana de la caza y la fertilidad, en agradecimiento por un feliz embarazo de su esposa. Se talló una hornacina que se dividió en tres espacios. El espacio central muestra tres figuras togadas, se ha identificado a la de la izquierda como la Diosa Diana, en la parte central la esposa de Sisquinio y a la derecha el propio Sisquinio entregando una ofrenda en un ara a la Diosa. En la parte inferior se encuentran restos de la representación de lo que se piensa eran una vaca o buey y una cabra, que pueden ser los animales representativos de la diosa o bien los animales ofrecidos en sacrificio a la misma.

A uno de los lados del relieve podemos encontrar una inscripción que dice Sisquinio a Diana y que fue alterada en época medieval para poner A las tres Marías, adaptando el monumento al culto cristiano. La documentación existente, prueba que hubo un poblado medieval cercano al monumento hasta 1720 y hay restos de tumbas antropomorfas de ese periodo, excavadas en la roca en las fincas cercanas.


En la parte posterior se pueden observar unas oquedades que se asemejan a la garra de un oso. Si bien pudieran ser fruto de la erosión parece ser que han sido potenciadas artificialmente. Esta idea resulta muy interesante porque el oso era muy valorado como cazador y como presa. Los Vetones  (los pobladores celtas que habitaban la zona antes de la llegada de los romanos) también tenían una diosa de los bosques. Era Artio y al igual que Diana tenía al oso como uno de sus animales representativos. 















En un estudio que hizo sobre Piedra Escrita, la investigadora Alicia Canto relaciona esta huella con la gran roca que hay en las cercanías al monolito. Piensa que ha sido traída hasta aquí y especula con la posibilidad de que se trata de un verraco a medio tallar. Los verracos son otra de las manifestaciones artísticas de los Vetones y se cree que tenían una función simbólica de fuerza y fertilidad. Según ella esto sería la culminación del misticismo y componente histórico-arqueológico del lugar, ya que tendríamos dos de los tres símbolos-animales representativos de la diosa celta de los  bosques; el oso en la parte posterior del monolito y el verraco frente a él, sólo faltaría el jabalí.




Finalizamos aquí la visita a este enclave tan especial, punto de encuentro de la cultura vetona, romana y cristiana. Pero no queremos terminar la visita sin hacer referencia a TurisCelta, una iniciativa que programa actividades turísticas en la zona (os dejamos un enlace a su catálogo), y recomendaros algunos productores locales como la  Bodega ecológica  Luis Saavedra o la ganadería ecológica Vaca Negra

Información que complementa la visita en:

La página web del ayuntamiento de Cenicientos en la que podréis encontrar información de otros monumentos y visitas a realizar.

Equipo educativo del Centro de educación ambiental El Águila.





















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